Los
problemas no desaparecen por sí mismo, tienen que ser afrontados, pero cuantas
más formas de verlos tengamos, más fácil nos será resolverlos.
El
reencuadre es una técnica que consiste en ser capaz de percibir cualquier
situación o experiencia desde diferentes perspectivas, y centrarnos en aquella
que nos resulta más útil. De esta forma descubrimos que, muchas veces, una
situación aparentemente adversa puede convertirse en algo positivo.Se trata de hallar en cada
experiencia el punto de vista más útil, para convertirla en algo que nos
favorezca en vez de perjudicarnos. Es lo que expresa la frase “Si la vida te
ofrece un limón, no te quejes de su sabor amargo, haz con él una limonada”.
El significado o valor de cualquier
acontecimiento dependerá del encuadre que le demos. Cuando la perspectiva o
encuadre cambia, también cambia el significado. Y cuando cambia el significado
también cambian las emociones y conductas asociadas a él (Ver Relación pensamiento, emoción y conducta).
Como decía
Epicteto “No son las cosas mismas las que
nos inquietan, sino las opiniones que tenemos acerca de ellas”
o “Nada es verdad ni es mentira,
todo depende del color del cristal con el que se mire”
Los errores,
fracasos y contratiempos son también oportunidades para aprender, mejorar y
crecer, siempre que nos acostumbremos a reencuadrarlos para afrontarlos como
más nos convenga.
Os dejo un par de
metáforas en el que podemos ver como reencuadrar un problema:
Metáfora 1:
Un día, el burro de un campesino cayó en un pozo. El animal lloró
fuertemente durante horas, mientras el campesino trataba de averiguar que
podría hacer.
Finalmente, el campesino pensó que el animal ya estaba viejo, el pozo
estaba seco y necesitaba ser tapado de todas formas, por lo que realmente no
valía la pena sacar al burro.
Entonces invitó a sus vecinos para que vinieran a ayudarlo.
Todos tomaron palas y empezaron a tirar tierra para cubrir el pozo.
El burro, en el fondo del hoy, se dio cuenta de lo que estaba pasando y
lloró aún más desconsolado. Pero, poco
después, para sorpresa de todos se tranquilizó.
Después de unas cuantas paletadas de tierra, el campesino finalmente miró
al fondo y se sorprendió de lo que veía: con cada paletada de tierra, el burro
hacia algo sorprendente: se sacudía la tierra y daba un pasa hacia arriba.
Mientras los vecinos seguían echando tierra encima del animal, él se sacudía y
daba un paso hacia arriba.
Pronto, todos vieron sorprendidos como el burro llego hasta la boca del
pozo, pasó por encima del borde y salió trotando….
Metáfora 2:
Un grupo de ranas viajaba por el bosque y de repente dos de ellas cayeron
en un hoyo profundo. Todos los demás ranas se reunieron a su alrededor. Cuando
vieron lo profundo que era, les dijeron a las ranas que no intentaran saltar,
ya que era muy difícil que lo lograsen. Que mejor se dejasen morir.
Las dos ranas siguieron saltando con todas sus fuerzas mientras las otras
seguían insistiendo en que sus esfuerzos serían inútiles. Finalmente, una de
ellas puso atención a lo que le decían y se rindió, se desplomó y murió.
La otra rana continuó saltando tan fuerte como le era posible. Una vez
más, sus amigas le gritaban y le hacían señas para que depusiera sus intentos,
ya que no tenía sentido seguir luchando.
Aún así, ésta saltó cada vez con más fuerzas. Hasta que finalmente logró
salir del hoyo. Cuando lo logró, sus amigas le dijeron: “Nos da gusto que hayas
logrado salir, pero, ¿no escuchabas lo que te gritábamos?”
Ella les aclaró que no les había escuchado porque era sorda, sólo tuvo en
cuenta los ademanes con que la alentaron para que se esforzara a salir. Eso fue
lo que le dio poder para no resignarse.
Fuente imágenes: http://www.mundocambio.com/lys/dibu/Historia128.jpg y http://www.unmundodebrotes.com/wp-content/uploads/2012/02/las-ranas-y-el-hoyo-2.jpg
No hay comentarios:
Publicar un comentario